Algo pesado corría sobre el techo de la casa (cuento)

.

José J. Guzmán 20 Junio 2025 15:21
Comparte

Guiada por su intuición, Lupita decidió volver al pueblo donde una vez fue niña. Tenía la corazonada de que para liberarse, ahora de adulta, de la persecución del Güin, debía confrontarlo cara a cara. Resolvió hacerlo porque tres veces un sueño recurrente la atormentó en noches imprevisibles. En ese mundo onírico, revivía la madrugada del velorio de su abuela. Tenía apenas cuatro años y su madre la acostó en la cama de la habitación donde, horas antes, la pariente que ahora le parecía tan lejana había dejado el plano terrenal. A un lado, en la sala, un grupo de señoras rezaban un rosario de cuerpo presente que poco a poco la sumió en un húmedo letargo. Ya estando en el estado de duermevela, entre la vigilia y el sueño, un extraño animal levantó la lámina de zinc del cuarto y la observó con sus ojos enormes.

La intuición no era nada nuevo para ella; era, en realidad, su fiel compañera de vida. Como psicoterapeuta, se había inclinado al estudio de la metafísica como una terapia personal y de autoconocimiento para tratar los dolores emocionales de sus pacientes. Confiaba en su intuición más que en lo aprendido en las aulas, incluso más de lo que había aprendido leyendo a Freud, a Jung y a Adler. Sin necesidad de ver el reloj, su intuición le dictaba la hora exacta del día, sabía de qué iba a tratar esa llamada que entraba entre sesiones, cuál era el diagnóstico de su paciente, cuál su dolor espiritual y cuál el tratamiento, todo sin necesidad de usar el intelecto.

Sí, era apenas una niña cuando el Güin se le apareció. Recordaba ese mes de marzo. Su madre la sacó de la escuela entre llantos, jalandola del brazo y gritando: ≪¡Está muerta, está muerta, tu abuela está muerta!≫. Luego, tenía imágenes del trayecto en el bus de parrilla; de su madre dándole un manojo de flores para que las pusiera en sus rodillas mientras emprendían el viaje a la costa sur de Guatemala. 

Cuando llegaron al pueblo, que sólo visitaban para la noche de Nochevieja, los familiares y conocidos ya estaban reunidos envueltos en el sopor del velorio. Recordaba las calles de tierra, el centro del poblado donde se vendían huevos de iguana, el tanque de agua donde las señoras lavaban, y a su par, la gran casa de madera de su abuela, el cuerpo en el féretro, las enormes velas de muerto que intensificaban los calores nocturnos y humanos, y la gigantesca carpa instalada en la calle donde las sillas se amontonaban, sin ningún orden específico, esperando más dolientes.

Fue también la primera vez que, quizá, su intuición la visitó, porque mientras la oscuridad avanzaba, supo que el velorio no terminaría pronto y que toda esa gente amanecería allí contando anécdotas y chistes sobre la fallecida hasta que fuera hora de irse al camposanto. Fue entonces cuando le dijo a su madre que estaba cansada, y ella la acomodó en la cama donde su abuela había fallecido esa misma mañana de marzo. La niña se quedó medio dormida, protegida por un mosquitero, mientras sudaba la mala hora previa a su desgracia.

Cuando empezó a entrar en el estado de duermevela, sucedió:

Escuchó cómo algo pesado corría, a gran velocidad, sobre el techo de la casa. Era muy rápido, en verdad era veloz y pesado. Al abrir los ojos, descubrió cómo las láminas se doblaban por la gravedad de lo que sucedía arriba. Era un sonido que, supo, no era de este mundo, porque le provocaba una sensación extraña de no pertenecer, por un momento, a la realidad. La presencia de esa cosa era tan fuerte que pensó que caería en la habitación. Pero, al contrario, hubo un silencio pasajero que la estremeció antes de la fatalidad: a los pocos segundos, una mano peluda, de humano pero con garras de perro, levantó la lámina aflojando los clavos de la madera donde se sostenía, y vio a un perro grande, viejo y babeante, mirándola con sus ojos rojos y puntiagudos mientras le ofrecía una sonrisa gigantesca que dejaba ver sus colmillos.

Lupita salió corriendo del cuarto y, al pasar, volcó una candela. Las rezadoras parecían ajenas a lo que había ocurrido hasta cuando ya estaba sucediendo lo fatal. El vestido de encaje que llevaba pronto agarró las llamas, y su cuerpo se vio envuelto en fuego, quemándole la pierna derecha y dejándole una cicatriz para siempre, un morado que creció con ella, hasta ahora, en el año de sus 33 años.

≪¡Me asustó!≫, gritaba entre el fuego. ≪¡Me asustó!, ¡hay un animal en ese cuarto!≫, decía, mientras las rezadoras intentaban quitarle el vestido e iban corriendo por agua al tanque público al lado de la casa.

Si algo recordaba muy bien, ahora que regresaba al pueblo, era la certeza de que una quemadura duele más cuando sucede en la costa. Se había quemado muchas veces en la vida, pero ninguna le dolió tanto como aquella noche y en los días siguientes, durante las novenas, cuando tenía que meter la pierna al tanque para sentir un poco de alivio.

Aún no había amanecido cuando le aplicaron ungüento, y esta vez su madre decidió acompañarla en la cama para que pudiera dormir unos momentos. Sin embargo, no pudo. El ardor era insoportable. Observaba entre las ranuras de las tablas de las paredes de madera a los hombres del velorio, sentados en las sillas, con las camisetas levantadas sobre el ombligo, abanicándose y tomando cerveza. ≪Se le apareció el Güin a la pequeña≫, decía uno.

Y fue esa misma madrugada, en la que la pasó asustada y delirante por el dolor que escuchó la historia entre las conversaciones de los señores, que a cualquiera le hubieran parecido murmullos, a todos, menos a ella:

—El Güin es un hombre malo que tiene la capacidad de convertirse en perro a voluntad. Se sube a los techos de las casas para causar alboroto y se roba a las gallinas.

Escuchó que había que atraparlo y azotarlo para que dejara de hacer alboroto; escuchó, también, que una vez castigado se convertía en hombre y salía huyendo, aunque siempre regresaba por temporadas.

Aquel pasaje de su infancia desapareció en de su vida, hasta cuando, exhausta después de atender a su último paciente un viernes por la noche, regresó a su casa en la ciudad y se quedó profundamente dormida en el sillón mientras veía una película. Ese episodio de sus cuatro años, volvió en sueños por tres veces.

Los ojos estaban presentes, imborrables cada noche en los que el proceso de alienación se instauró en su alma, hasta hacerle perder la virtud de estar en medio de las coordenadas de la tierra. Dejó de atender en el consultorio una semana antes de haber esperando a que llegara la genuina inspiración de la intuición. A que le dictara lo que debía hacer, y de hecho, fue su fe en ella la que le dijo que debía regresar al pueblo donde una vez fue niña, al cual no había vuelto desde hace una década, cuando su madre falleció. Regresaría a la vieja casa de su abuela que recibió como herencia, y dormir en la misma cama, que seguramente permanecía intacta, encapsulando el tiempo de otras eras, para intentar, por fin, quedarse dormida y, en medio del estado de duermevela, volver a tener contacto con él.

Pero, en efecto, ya era otro tiempo y otro pueblo. Las casas de madera y lámina se habían cambiado por casas de block con terraza, y en lugar de tiendas y cantinas alumbradas al anochecer con velas y focos amarillos, ahora había locales de ventas de cosas pirateadas, ropa americana y artículos de plástico que la alejaban del recuerdo nostálgico de su infancia. Pero había algo extraño, demasiado extraño: los locales, aunque abiertos, estaban vacíos. Las calles estaban vacías, y un maldito aroma le recordaba la presencia de la muerte, ese olor que sus pacientes suicidas llevaban cuando ambos sabían que sería la última vez que se verían, y que la terapia no había funcionado, no porque su intuición fallara, sino porque en verdad ya no había nada que hacer.

Recorrió las mismas calles hasta llegar al centro de la ciudad, donde las luces de neón de feria de dos o tres casetas esperaban a sus dueños como si aquello fuera un pueblo fantasma. Tenía sed, pero nadie servía la horchata; tenía calor, y la humedad de las cuatro de la tarde le golpeaba la cara con un tierno beso que la envolvía en el sudor de una aventura que le parecía extraña. ≪Seguiré soñando≫, dijo, pero el golpe de la realidad activó el mecanismo de su consciencia cuando apareció un grupo de niños descalzos saliendo de entre las champas improvisadas del mercado municipal, corriendo y tratando de desenredar una soga. ≪Apresurémonos≫, dijo uno de ellos, y ella corrió tras ellos para preguntarles dónde estaban los demás.

—Es que lo agarraron —dijo otro—, agarraron al ladrón de gallinas.

—Lo quieren amarrar a un poste en el campo de fútbol —gritó a la distancia el más pequeño.

Lupita supo entonces que el encuentro estaba cerca. No se había equivocado: algo estaba ocurriendo en este pueblo, y ella había regresado para rendir cuentas, para saber, por fin, y conocer la forma humana de quien la llamaba en sueños.

Persiguió a los niños hasta llegar al campo de fútbol, y encontró a la multitud en círculo y en el centro reconoció una figura humana demacrada, golpeada, y con la boca empapada en sangre, pidiendo perdón.

El bullicio era ensordecedor, pero se distinguían las constantes palabras ≪ladrón, ladrón, ladrón≫. Mientras Lupita se abría paso entre la multitud, sintió cómo la mirada de alguien conocido se posaba en ella.

Lupita avanzaba entre la muchedumbre con firmeza, sintiendo que cada paso la acercaba no solo a su destino físico, sino a una culminación inevitable. Algo en su interior parecía estar ajustando cuentas, y gracias a sus estudios de metafísica, comprendía que el universo estaba alineándose justo para este momento.

Al llegar al frente de la multitud, lo vio. No hubo dudas en ella. Estaba sentado y hundido en las alucinaciones de sus golpes. Aquellos ojos inyectados en sangre eran los mismos que la miraron cuando era una niña. Lupita se sintió libre, inspirada, completamente humana. Con voz clara y firme, señaló: ≪Él fue... él fue...≫, mientras se bajaba el pantalón beige, mostrando la quemadura que aún marcaba su piel. ≪Hay que prenderle fuego por lo que me hizo≫, sentenció.

La turba, como movida por el instinto primitivo, desechó la idea de amarrarlo a un poste y roció gasolina sobre el hombre. Uno de los ancianos, con su autoridad sobre las cosas del pueblo, fue quien le prendió fuego con un mechero. El ladrón, envuelto en llamas, corrió por todo el campo de fútbol, gritando de dolor, tratando con fuerza humana, pero también sin esperanza, arrancar su carne mientras su cuerpo ardía. Los minutos transcurrieron lentamente, hasta que su figura, envuelta en el umbral entre lo vivo y lo muerto, colapsó en el centro del campo. Lo que quedó de él no era más que un pedazo de carbón. El olor le recordó a Lupita el de su propio vestido quemado tantos años atrás.

La multitud se dispersó sin hacerle preguntas, como si el acto de justicia fuera tan natural que no necesita explicación. Nadie parecía reconocerla, y ella ya no conocía a nadie. Sintiéndose invadida por la nostalgia, decidió regresar a la casa de su abuela.

En una banqueta, una vecina anciana, flaca y encorvada estaba sentada recibiendo el último rayo de sol del día. La última vez que Lupita la vio, era una señora de apenas 50 años muy gorda. Fue la única que la reconoció: 

—Vaya, que vino a ver su casita —dijo la mujer, mientras la noche empezaba a caer—. Hoy quemaron a un loco.

—Lo sé, lo fui a ver. Me hizo tanto daño —respondió Lupita.

—¿Acaso lo conocía?

—Demasiado bien —dijo entre un suspiro aliviado.

Exhausta, entró en la casa y descubrió que todo seguía igual. Las fotos familiares, los recuerdos de viajes a la costa, el calor envolvente de tiempos pasados y sobre todo la lámina abollada del cuarto de su abuela, y la cama en la que cayó rendida, finalmente libre del espasmo de su infancia. Mientras se estaba quedando dormida, algo pesado comenzó a correr sobre las láminas del techo. Atemorizada, Lupita se cubrió la cara con las sábanas, incapaz de reunir el valor para mirar.

Al día siguiente, con la luz del amanecer, decidió ir al tanque público a lavarse la cara. Allí, vio una colonia de gatos paseando por el lugar y bebiendo del tanque. La vecina se le acercó y le dijo:

—Vaya, que vino a ver su casita, tengo muchas cosas que decirle. Sus láminas ya están muy viejas, es por los gatos. Pasan por el tejado para venir a tomar agua al tanque.

De pronto, todo cobró sentido. A Lupita nunca se le apareció Güin cuando era niña. Lo que vio fue un gato que transitaba por el tejado para llegar al tanque. Su mente infantil, escuchando las historias de los hombres sobre el Güin, transformó al inocente gato que la vio asustado entre las grietas en el monstruo que la aterrorizó durante los sueños.

Pero lo más cruel fue darse cuenta de que aquel ladrón de gallinas, castigado, pero que quizá no merecía morir, había sido quemado vivo por su culpa. La cicatriz que ella mostró no había sido infligida por él, sino por una historia que, ahora lo entendía, su mente de niña había malinterpretado. Entendió que su abuela estaba muerta, su madre estaba muerta, sencillamente muertas, y que los tres sueños, solo habían sido eso, sueños.

Comprendió, entre su desdicha, que su intuición la había traicionado.

SEGUNDO LUGAR EN CUENTO CORTO, CERTAMEN DE LITERATURA, ARTE Y CULTURA GUATEPAZ 2024.


 


José J. Guzmán

José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).


Comparte

OpiniónLiteratura

Réquiem para una Nochebuena de un año cualquiera

Diciembre llega como un jinete a saldar cuentas sobre los suspiros que dejamos partir de nuestra alma.

José J. Guzmán 19 Diciembre 2025 11:52
Comparte

Una vez descubrimos el fuego y aprendimos a quemarnos. Dicen que el 99 por ciento de los incendios es prevenible, pero nadie nos advirtió que en ese 99 por ciento no aparecía nuestro nombre. Llega diciembre buscando fuego entre las cenizas de las horas, lo que queda de los días, lo que perdura de la noche. Y alguien reclama el tiempo en que estuvimos ausentes, buscando en otras formas de vaga existencia la vida que no quisimos vivir.

Diciembre llega como un jinete a saldar cuentas sobre los suspiros que dejamos partir de nuestra alma; a reclamar los besos y los abrazos que no nos atrevimos a sostener. Es entonces cuando la inoculación de la soledad entra en nuestras venas como una sustancia siempre desconocida, lenta, pero inexorable.

Alguien te dirá que seas feliz, que hoy es Nochebuena y que mañana es Navidad; que pronto será otro año y que pronto será primavera.

Mientras tanto, te limitarás a observar cómo cae la lluvia imprevista de Nochebuena sobre la ventana, preguntándote en qué momento todo cambió, y llegarás a la conclusión de que nunca ha parado de cambiar y que toda la poesía, aún es insuficiente, es lo único que nos queda para ponerle nombre a la ausencia.


José J. Guzmán

José J. Guzmán (Quetzaltenango, 1993). Licenciado en Comunicación Social. Más de 10 años de experiencia en medios de comunicación. Tiene un libro de poemas publicados: “La Escena Absoluta” (2012).


Comparte

OpiniónNavidad

Nuestro presupuesto de ingresos y egresos 2026. Parte IV, final

Arnoldo Soch Tzul 18 Diciembre 2025 07:00
Comparte

Resumiendo este somero análisis al presupuesto de Ingresos y Egresos 2026 del Estado, los contribuyentes aportaremos 126 mil 800 millones 287 mil 853 quetzales —78% del total de presupuesto—, hay un saldo no ejecutado del año 2025 de 5 mil 417 millones 094 mil 804 quetzales, además se recuperarán otros ingresos de 51 millones 209 mil quetzales, entonces, nuestra disponibilidad será de 132 mil 268 millones 591 mil 657 quetzales, es decir, casi, el 80%; pero, lo que necesitan o lo que pidieron los tres organismos del Estado —legislativo, judicial y ejecutivo— son 63 mil 469 millones 328 mil 657 quetzales, estimado lector, podrá darse cuenta, nos hace falta 31 mil 200 millones 737 mil quetzales, ¿qué hacemos?, la Comisión de Finanzas Públicas y Moneda del congreso ya aprobó el dictamen y los diputados ya aprobaron el presupuesto, es decir, ya está cocinado. Tenemos que pedir prestado el 20% del presupuesto.

Estamos ante un círculo vicioso, la de nunca acabar. Leamos más despacio, el Estado necesita prestar, en 2026, 31 mil 200 millones 737 mil quetzales, sin embargo, en el presupuesto de egresos, el Estado está indicando que pagará 21 mil 368 millones 706 mil 634 quetzales para abonar a la deuda histórica —capital e intereses y comisiones—. Les explico más a detalle el pago a la deuda pública: Lo que realmente se pagará al capital serán 3 mil 383 millones 944 mil 700 quetzales, y el pago a intereses y comisiones será de 17 mil 984 millones 761 mil 934 quetzales; en otras palabras, de un quetzal, se pagarán 16 centavos a capital y 84 centavos a intereses y comisiones. ¿Señores diputados de la Comisión de Finanzas Públicas y Moneda, cómo es posible que, nuestro dinero se utilice para pagar más en intereses y comisiones que a amortizar al capital?

El dolor de cabeza no termina allí. Con bombos y platillos festejamos que, vamos a abonar a capital 3 mil 383 millones 944 mil 700 quetzales, pero, regresamos y entramos de nuevo al local del prestamista para pedirle 31 mil 200 millones 737 mil quetzales para darle sueldos, bonificaciones, combustible, viáticos, viajes, asesores a los funcionarios de los tres organismos del Estado, si no les damos esos gustitos, se enojan y no nos atienden bien. Estimado y honorable lector, ya se dio cuenta de que, nuestra deuda pública a finales del año 2026 aumentará 27 mil 816 millones 792 mil 300 quetzales. ¡Qué lamentable, qué manera de administrar —robar— nuestros impuestos!

Por eso insisto, lo reitero una y mil veces, usted y yo, debemos exigir el manejo y uso transparente, responsable y ético el dinero que reciben los CODEDES y COMUDES, porque, serán más de 10 millones más el saldo que no será ejecutado en 2025, lo que tendrán a la mano estas instituciones. Es inaudito, inaceptable y vergonzoso, en el presupuesto 2026, a los CODEDES y MUNICIPALIDADES les asignaron el 15% del presupuesto, mientras que, para pagar la deuda pública, —capital e intereses— se asignó el 20%.

La responsabilidad es compartida, lamentablemente hay poca ciudadanía y casi no la ejercemos, y cuando nos animamos a ejercerla, y, manifestamos nuestra indignación, el aparato perverso y corrupto del pacto de corruptos —MP, CSJ, CC— funcionan a la perfección y nos criminalizan, sin embargo, el futuro de nuestros hijos y nietos, está en nuestras manos y debemos defenderlo a cualquier precio.

Prefiero morir de pie que vivir de rodillas, no es una frase común, significa, vivir con dignidad, libertad y principios arraigados, enseñanzas de nuestros ancestros, en lugar de sobrevivir en sumisión, opresión, con la cabeza agachada ante la mirada del corrupto.

¡UNA NAVIDAD SIN PRESOS POLÍTICOS, LIBERTAD PARA LUIS, HÉCTOR, CHEPE, CAMPO Y CIENTOS DE EXILIADOS!


Arnoldo Soch Tzul

Contador Público y Auditor, asesor financiero y fiscal de pequeñas y microempresas, exalcalde comunitario, auditor social desde hace más de 25 años.


Comparte



Empatía durante las celebraciones de fin de año

Los profesionales de la salud instamos a que, en estos casos, se evite emitir comentarios negativos.

Crysta Nowell 18 Diciembre 2025 11:43
Comparte

Hoy, en Quetzaltenango, amanecimos con la triste noticia de una persona que se encontraba en el techo de la municipalidad, seguramente con intenciones de atentar contra su vida. Este hecho resulta sumamente preocupante; sin embargo, también lo es la falta de empatía que se percibió en los comentarios realizados por algunas personas en distintos espacios de las redes sociales.

Las fiestas de fin de año suelen asociarse con mensajes de felicidad, celebración, reuniones familiares, encuentros con amigos y vacaciones. No obstante, para muchas personas esta temporada despierta sentimientos de soledad, tristeza, angustia y una serie de emociones que se asocian con la depresión. Todos estos factores pueden provocar que quienes viven con estas sensaciones vean incrementados los pensamientos suicidas y, con ello, el riesgo de intentar atentar contra su vida.

Hablar de empatía en este contexto no es opcional. Es necesario comprender que estas personas requieren ayuda. Los casos de suicidio ocurren durante todo el año, pero lamentablemente aumentan en esta temporada a nivel mundial. La empatía, en este escenario, consiste en reconocer que no todas las personas viven las fiestas de la misma manera. La expectativa de que todo debe estar bien puede resultar abrumadora para quienes son emocionalmente vulnerables. Para las personas en riesgo, sentirse comprendidas y acompañadas puede ser un factor clave para evitar este tipo de situaciones.

Los profesionales de la salud instamos a que, en estos casos, se evite emitir comentarios negativos, ya que desconocemos si detrás de las redes sociales existen otras personas emocionalmente vulnerables que leen este tipo de mensajes, los cuales, por falta de empatía, pueden resultar dañinos.

Asimismo, recomendamos sonreír a las personas, abrazar a familiares, amigos y conocidos, ya que la depresión es silenciosa y resulta muy difícil detectar si quienes nos rodean están atravesando un conflicto tan serio como este. Acompañar sin intereses y practicar la empatía puede marcar la diferencia. Si usted está sufriendo depresión o conoce a alguien que presenta manifestaciones de esta condición, le exhortamos a buscar ayuda profesional para salir adelante y prevenir este tipo de eventos.


Crysta Nowell

Psicóloga Industrial / Organizacional, Magíster en Gestión del Talento Humano, asesora en procesos de recursos humanos, capacitadora y especialista en reclutamiento y selección de personal.


Comparte

OpiniónEmpatía

Elija estar siempre alegre

P. Orlando Pérez 13 Diciembre 2025 17:20
Comparte

“Alégrense siempre en el Señor; se los repito, alégrense” (Flp 4, 4). No hemos nacido para estar tristes, sino para vivir siempre alegres. Pero muchas veces las circunstancias adversas de la vida nos impiden exteriorizar esos sentimientos bonitos que llevamos dentro. Estoy casi seguro de que en este preciso momento hay en su mente y en su corazón muchísimas razones para estar mal, para lamentarse y no tener ganas de nada. Pero este es el momento en el que debemos ver hacia dentro de nosotros y descubrir que, en nuestro interior, hay un pozo, un manantial interno en donde está ese valor de la alegría que necesito en el presente para ponerme de pie y seguir caminando, aunque razones para estar mal haya muchas.

El tercer domingo de Adviento es llamado el domingo de “Gaudete”, de la alegría, porque marca un momento de regocijo en la preparación del nacimiento del Señor: “Esto dice el Señor: regocíjate, yermo sediento. Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca como un campo de lirios, que se alegre y dé gritos de júbilo, porque le será dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón” (Is 35, 1-6. 10).

Este tercer domingo de Adviento, nos advierte la cercanía del nacimiento de Jesús en Belén. De hecho, esta semana también tienen lugar las posaditas en diferentes lugares de la comunidad, lo cual también es un signo de que estamos cerca del nacimiento de Jesús en Belén.

El sacerdote, este día, se viste también de color rosado como un signo de gozo y alegría por la cercanía del nacimiento de Jesús. Como decía más arriba, independientemente de las adversidades de la vida, hay que hacer todo lo posible por encontrar esa alegría interna en lo más profundo de nuestros corazones, para que brote y nos irradie de su dulzura y de su paz.

¡Cuánta alegría le hace falta al mundo! Hace apenas unos días, iba entrando al municipio de Concepción Chiquirichapa; había cola de entrada y de salida. Pero un señor, que estaba saliendo hacia Los Duraznales, se estacionó como si estuviera en el patio de su casa, e hizo una cola enorme. Todo mundo pitándole, y nada. De pronto salió de un local de enfrente, se metió lentamente a su carro y, como le seguían pitando, se salió y comenzó a alegar. Se miraba muy mal. Yo dije dentro de mí: “Pobre señor, cuánta amargura no ha de tener en su corazón”. Y este es tan solo un ejemplo de los cientos de casos de gente amargada en el tráfico, en las oficinas y recepciones.

Por lo tanto, hoy es un buen tiempo para que reflexione sobre qué tan alegre o amargado es usted. Hay gente que se enoja sin motivos, y pasa a la par de uno, y como que no lo conocieran. La amargura es un virus que afecta a todos. Y el mejor antídoto para la amargura es la alegría cristiana.

Por muy grandes que sean nuestras limitaciones humanas, nuestras confusiones personales y nuestros desalientos, no desmayemos. Todo lo contrario: seamos fuertes y firmes. Encontremos el coraje que necesitamos para fortalecer nuestras rodillas y seguir caminando. Encontremos en el Señor la fuerza para salir adelante. Nunca es tarde para comenzar de nuevo a reconquistar la alegría cristiana. El mundo necesita de personas alegres. Y es que una persona alegre fastidia menos a los demás.


P. Orlando Pérez

Sacerdote católico, Licenciado en Teología, Licenciado en Psicología General, catedrático universitario, con una maestría en Docencia Superior Universitaria.


Comparte



Incremento de basureros clandestinos

Es importante que las autoridades correspondientes verifiquen que los vecinos cuiden el ornato y multar a quienes correspondan.

Vilma del Rosario Xicará 17 Diciembre 2025 17:02
Comparte

Quetzaltenango está en crecimiento poblacional, pero también en problemas sociales y medioambientales, tal es el caso de la proliferación de pequeños focos en donde los vecinos están acumulando basura y que con el tiempo se convierte en basureros clandestinos.

En este sentido hay dos actores clave que deben procurar por la limpieza y el ornato de la ciudad, uno de ellos es la municipalidad quien debe verificar que los camiones recolectores pasen en todos los sectores, ya que a veces por no ingresar a ciertas calles o avenidas recogen en puntos en donde la población acumula la basura antes de que pase el camión. El problema es que las personas que se dedican al reciclaje abren las bolsas y ya no las dejan cerradas, toda la basura se esparce en la calle y nadie se encarga de levantar los restos de basura que quedan esparcidos en la calle; como ejemplo se cita el arriate central de la calzada que va desde El Tanque hacia la Ciudad de los Altos en la zona 10 de Xela.

Los otros actores clave son los vecinos que no tienen orden ni respeto por las calles y avenidas ya que tienen artículos que están en mal estado y los sacan a tirar a la calle, con el pasar de los días otros vecinos pasan tirando bolsas de basura y desechos que nadie se lleva, incluso el camión pasa y el recolector pasa y no se lleva esa basura, como ejemplo se puede verificar el basurero que se está formando entre las 12 y 14 avenidas sobre el sector conocido como La Línea; inicialmente era un colchón, luego acumularon cajas y en los últimos días bolsas de basura.

Es importante que las autoridades correspondientes verifiquen que los vecinos cuiden el ornato y multar a quienes correspondan, de la misma manera que el camión recolector de basura cumpla con sus funciones y no propicie la formación de basureros clandestinos.


Vilma del Rosario Xicará

Con más de 20 años de experiencia en finanzas, auditoría pública, impuestos y rendición de cuentas. Docente universitaria, Contadora Publica y Auditora, y Dra. en Auditoría Gubernamental y Rendición de Cuentas y Transparencia en la función pública.


Comparte

OpiniónQuetzaltenango

La verdad que se practica transforma

La coherencia interna precede al éxito externo.

César Pérez Méndez 17 Diciembre 2025 13:23
Comparte

Una conferencia puede inspirar, pero el verdadero cambio ocurre cuando las ideas se convierten en acción.

Lo confirmé recientemente al asistir a una poderosa conferencia de Margarita Pasos en Monterrey, Nuevo León, México: el desarrollo personal no comienza en el escenario, comienza en casa, en la mente y en las decisiones diarias.

Muchos buscamos motivación, pero lo que realmente transforma es la responsabilidad personal. Cuando dejamos de culpar a las circunstancias y decimos “yo me hago cargo”, la vida empieza a ordenarse. No es magia, es enfoque. Nada grande se construye sin aprender a manejar el tiempo y estar 100 % presente en lo que hacemos.

La mente es el campo de batalla más importante. Con la mente consciente trazamos metas; con el subconsciente las alcanzamos. Por eso importa tanto lo que nos decimos todos los días. La mente trabaja más para evitar el dolor que para buscar el placer. Si no cambiamos, el dolor permanece. Si cambiamos, el esfuerzo duele un poco, pero libera.

Un ejemplo simple: no es lo mismo decir “no tengo dinero” que afirmar “estoy construyendo abundancia”. Las palabras no son decoración; son programación. Nunca digas, ni en broma, lo que no quieres vivir como realidad. El diálogo interno crea escenarios, hábitos y destinos.

Otro momento clave ocurre cada noche. Antes de dormir entramos en un estado mental profundo, altamente receptivo. Es el mejor instante para sembrar ideas correctas: agradecer, visualizar, repetir afirmaciones positivas. Dormir con preocupación programa miedo; dormir con intención programa dirección.

Nada se puede construir afuera si no estamos bien por dentro. La coherencia interna precede al éxito externo. Cuando alineamos pensamiento, palabra y acción, la vida deja de ser reactiva y se vuelve consciente.

No se trata de saber más, sino de vivir mejor. La verdad no libera por conocerla, libera cuando se practica.

Y lo confirmo cada día: la actitud es la mitad de todo.


César Pérez Méndez

Licenciado en Ciencias de la Comunicación (Usac), con tres maestrías en diferentes campos y Doctor en Investigación en Educación (Usac). CEO de La Voz de Xela, profesor universitario y conferencista.


Comparte

OpiniónMargarita PasosPasos al éxitoCésar Pérez Méndez

Mitos de la histerectomía y la sexualidad femenina

A pesar de su frecuencia y seguridad, alrededor de la histerectomía circulan numerosos mitos, especialmente relacionados con la sexualidad femenina.

Sara María Mendoza G. 17 Diciembre 2025 11:01
Comparte

La histerectomía, la cirugía en la que se extrae el útero o matriz, es uno de los procedimientos ginecológicos más comunes en el mundo. Cada año, miles de mujeres pasan por esta operación por motivos médicos como miomatosis uterina, hemorragias crónicas, adenomiosis o prolapsos.

A pesar de su frecuencia y seguridad, alrededor de la histerectomía circulan numerosos mitos, especialmente relacionados con la sexualidad femenina, generando miedo, desinformación y, muchas veces, decisiones basadas más en temor que en evidencia. Hoy quiero romper esos mitos con claridad y con ciencia.

Mito 1: “Si me quitan el útero, perderé mi deseo sexual”. Falso. El deseo sexual no reside en el útero. La libido está influenciada por factores hormonales, emocionales, de pareja y de bienestar general. Un estudio publicado en The Journal of the American Medical Association (JAMA) evaluó la función sexual de más de mil mujeres antes y después de una histerectomía. Los resultados fueron contundentes: la mayoría experimentó igual o mayor deseo sexual tras la cirugía, especialmente cuando la operación resolvió síntomas previos como dolor, sangrado excesivo o anemia.

Mito 2: “Después de una histerectomía ya no voy a poder tener orgasmos”. Falso. Los orgasmos se generan principalmente por estimulación del clítoris, la vulva, el piso pélvico y, en algunas mujeres, del punto G. Ninguna de estas estructuras se elimina durante una histerectomía. Investigaciones del American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG) revelan que las mujeres pueden mantener su capacidad orgásmica de forma intacta, y muchas reportan orgasmos más placenteros porque disminuye el dolor pélvico 

La histerectomía no disminuye el tamaño ni la capacidad elástica de la vagina. El canal vaginal permanece igual porque la cirugía se realiza sobre el útero, no sobre la vagina. Estudios del International Urogynecology Journal han demostrado que la percepción sexual de las parejas. 

Un metaanálisis publicado en Obstetrics & Gynecology analizó más de 35 estudios y encontró que entre el 60% y el 90% de las mujeres experimentan una mejora en su sexualidad después de la histerectomía.

Las razones:desaparece el dolor pélvico, mejora la anemia y el cansancio crónico,  se eliminan sangrados intensos,  aumenta la calidad de vida. Y cuando una mujer se siente bien, su sexualidad también florece. Estudios del North American Menopause Society confirman que, con un acompañamiento adecuado, las mujeres mantienen una vida sexual plena, incluso tras la ooforectomía.


Sara María Mendoza G.

Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.


Comparte

OpiniónSexología

Principios bíblicos para cuidar tus finanzas en este fin de año

Practica la gratitud: reconoce lo bueno y cómo Dios ha sido fiel en tus finanzas.

Edwin Ibarra 16 Diciembre 2025 08:52
Comparte

Para muchos, el fin de año trae metas nuevas y una revisión de las finanzas. La Biblia ofrece guías atemporales sobre sabiduría, disciplina y generosidad que pueden ayudarte a administrar mejor tus recursos, reducir deudas y planificar para el futuro sin perder de vista valores espirituales.

Reconoce a Dios como la fuente de tus recursos. Proverbios 3:9-10: “Honra al Señor con tus riquezas, con los primeros frutos de todo tu cultivo; y serán llenos tus graneros…”.

Establece un hábito de agradecimiento por lo que tienes. Incluye a Dios en tus planes financieros; ora o reflexiona sobre tus metas y prioridades.

Practica la mayordomía y la disciplina. Proverbios 21:20: “En la casa del sabio hay tesoro precioso y aceite; mas el necio todo lo consume. Crea un presupuesto realista para el mes/fin de año. Registra ingresos, gastos y ahorros para conocer tu situación. Evita gastos impulsivos estableciendo reglas simples (espera 24–72 horas, pregunta si es “necesidad o lujo”).

Aprende a vivir con menos de lo que ganas. Proverbios 22:7: “El rico domina a los pobres, y el que toma prestamos es siervo del que le presta”.  Prioriza la reducción de deudas y evita nuevas obligaciones innecesarias. Si tienes deudas, elabora un plan de pago y negocia tasas cuando sea posible. Reserva un fondo de emergencia equivalente a 3–6 meses de gastos básicos.

Sé generoso de manera sabia. 2 Corintios 9:7: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al que da con alegría”.

Dedica una porción de tus ingresos a la ayuda a otros, incluso si es pequeña.

Investiga organizaciones confiables y define criterios para apoyar regularmente.

La generosidad también implica ayudar a familia o amigos en necesidad sin comprometer tu estabilidad.

Planifica para el futuro sin perder la esperanza. Salmo 37:25: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto a justo desamparado, ni su descendencia mendigando pan”.  Establece metas financieras para el próximo año (ahorro, inversión, educación).

Si te es posible, consulta a un asesor financiero para inversiones adecuadas a tu perfil. Evalúa seguros y protección para tu familia (salud, vida, vivienda).

Sabe diferenciar entre necesidades y deseos.  Mateo 6:19-21: “No almacenéis para vosotros tesoros en la tierra…”.

Haz listas de “necesidades” vs. “deseos” y prioriza lo necesario. Evita compras por presión social o estacionalidad (endulzadas por ofertas de fin de año).

Cierra el año con revisión y gratitud. Haz un balance financiero de los últimos 12 meses: Ingresos totales y gastos principales.Deudas reducidas y ahorros aumentados.

Lecciones aprendidas y ajustes para el año siguiente.

Practica la gratitud: reconoce lo bueno y cómo Dios ha sido fiel en tus finanzas.


Edwin Ibarra

Médico Especialista en Cardiología y Ecocardiografía. Coach, conferencista y entrenador certificado por el Programa de John Maxwell, Pastor de la Red de Empresarios y Profesionales de Iglesia Bethania Quetzaltenango. Fundador de los Proyectos “Sanando el Corazón” y “Discipulado Empresarial 20/20”.


Comparte

OpiniónReflexión

Conectar con “para qué” antes del “qué”

Carol Contreras 15 Diciembre 2025 16:15
Comparte

Estamos hoy justo a la mitad del último mes del año, que, en lo personal, es el mes más especial, no solo por mi cumpleaños, el de mi hija o el aniversario con mi esposo, sino por el ambiente navideño, la armonía y amabilidad que encontramos con más frecuencia, los planes que empezamos a proyectar para el nuevo año y todos los sueños que se llenan de esperanza para hacerlos realidad. Desde que tengo memoria, estas fechas se vuelven conexión con aquellos que nos importan; encontramos la oportunidad para ser mejores y una chispa interna se enciende para aumentar nuestra fe.

Y mientras idealizamos todo aquello “que” queremos o “qué” haremos, pocas veces cuestionamos “para qué”. Sin un propósito claro, los sueños, las metas u objetivos que nos tracemos podrán ser poco sostenibles. El “para qué” tiene un poder intencional, con sentido y fuerza para conectar con la energía que nos lleva a sentirnos orgullosos, suficientes y en paz.

Es importante aprender a escucharnos con honestidad, compasión y mucha atención, permitirnos estar en silencio para que el ruido externo y de aquellos que opinan sobre nuestra vida sea cada vez más bajo. Analizando conscientemente la elección de vivir con intención y valor, hacía aquello que anhelamos de corazón. Antes de rodearte de las típicas preguntas: ¿qué quieres lograr?, ¿qué nuevos objetivos te vas a plantear?, ¿qué vas a ganar?, ¿qué cambios necesitas hacer?... elige profundizar en el “para qué”, ordena tus ideas, tus pensamientos y emociones.

El “para qué” no acelera el camino, pero sí le da dirección y sentido a una vida que resuene con tu esencia. Recuerda que en los pequeños detalles está, el poder de tu imagen.


Carol Contreras

Coach de Imagen


Comparte